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martes, 17 de mayo de 2011

#001 Introducción – Mi criterio sobre la crítica


Muchos de ustedes recordarán las palabras del crítico culinario Gastón Ego (Ratatuille) cuando describía en un sosegado monólogo el oficio del crítico; ¿tiene alguien derecho a criticar la obra de quien, para bien o para mal, ha tenido la valentía o el empuje de realizarla?, más que mal por lo menos se ha creado, lo cual por principio de cuentas ya es loable, atendiendo a la naturaleza del ser humano.
Sin embargo, también derivado de nuestra naturaleza humana, no tenemos la certeza si acaso nuestro tiempo en este mundo es limitado o no, y ante esa incertidumbre, lo mejor es aprovechar cada segundo del cual dispongamos. Trabajo, como seguramente muchos de ustedes a veces tengo la sensación de que no soy dueño de mi tiempo (¿alguien acaso lo es?), los momentos con mi familia, actual razón de mi ser, suelen limitarse a las tardías vigilias antes del sueño y a la mayoría de los fines de semana… el tiempo que se puede derivar al ocio o al esparcimiento, ya sea leyendo un libro, viendo una película o jugando a un boardgame, por mencionar algunos, es cada vez más reducido. Es entonces justo que los profesionales del entretenimiento, dígase escritores, agentes literarios, editores, actores, agentes cinematográficos, directores, libretistas, productores, diseñadores, etc. lleguen hasta nosotros, los consumidores, con productos que aparte de agostar nuestros bolsillos, serán causa de la pérdida de nuestro escaso tiempo disponible; horas, minutos y segundos de nuestras vidas que irán a parar a la noche de la eternidad para siempre y nadie nos lo devolverá; tiempo que simplemente se perderá. Como señalaba el mago Gandalf de El Señor de los Anillos (la versión cinematográfica de Peter Jackson), difícilmente podemos decidir nuestro destino, pero por lo menos somos capaces de decidir que hacer con nuestro tiempo. Que glorioso sería que ello fuese cierto y que no tuviésemos que lamentarnos de haber sido víctimas de la publicidad engañosa y de supuestos profesionales que no hacen bien su trabajo; es un tema de interdependencia de voluntades y como en casi todo, las omisiones y negligencias de unos repercuten en la vida de otros, inevitablemente. He aquí, creo yo, la virtud de la crítica, como una forma de prevención. Es cierto que sobre gustos nada hay escrito y que lo que pueda ser agradable para unos, puede no serlo para otros, pero siempre encontraremos trabajos sencillamente mal hechos, faltas al respeto del público. Creo que delatarlas es el objetivo natural de la crítica, la cual obviamente, al igual que las obras creativas que menciono, deben ser también realizadas y comprendidas con criterio.
En ese sentido, cuando haga algún análisis, lo haré principalmente desde el principio que no existen obras buenas o malas que uno no haya experimentado, sino que la calificación es posterior, teniendo en cuenta que es uno el que se remite a ellas con un objetivo, generalmente deducido de lo que la obra sugiere en forma previa por sus referencias (publicidad, notas editoriales, resúmenes, comentarios de amigos, afiches, portadas, títulos, etc.); la obra será más o menos buena en medida que cumpla las expectativas (criteriosas) de cada quien. Nadie ve “The Fast and the Furious: Tokyo Drift” esperando ver una obra de arte o poder dilucidar de ella los misterios de la vida y de la muerte, sin embargo entretiene y como uno acude a ella para eso, la película cumple su objetivo, luego, es buena. Existen obras que sí pretenden develar aquellos misterios (el libro “The Secret”, por ejemplo) y ¡oh, sorpresa!, fracasan, ergo, no cumplen su propósito, constituyen una  pérdida de tiempo y por ello son malas.  

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