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jueves, 23 de junio de 2011

#006 inGenius (Genial) de Reiner Knizia


Pre-scriptum: esta será mi primera reseña (y crítica) sobre un boardgame; no la hago porque este juego realmente me haya provocado, específicamente, la inquietud de hacerlo, sino que desde hace un tiempo que quería escribir una reseña, sin embargo mi ludoteca no es tan amplia como para sorprender con algo nuevo y luego de un breve análisis me doy cuenta de que este juego, a diferencia de los otros que tengo, aún no se encuentra muy referenciado, por lo menos en el foro que tengo por cabecera respecto a boardgames, la BSK (www.labsk.net).

Notas preliminares y primeras impresiones

Lo primero que llama la atención de este juego es la caja y el título, hay que decirlo, luego su autor (esto mejora cada vez más), el elegante diseño que se aprecia en las fotografías de la parte posterior del empaque y ¡oh! El ícono del peón rojo laureado del Spiel des Jahres 2004, pero alto, ese no lo ganó Ticket to Ride, ah sí, va acompañado de la siguiente leyenda: “nominado y finalista”… ¿publicidad engañosa?, bueno, igualmente debe ser bueno…

La caja sobria y el diseño elegante te acosan el pensamiento durante algunos días, - Igualmente no es tan caro-, piensas. Y finalmente decides hacerte con él.

De vuelta a casa lo observas con deseo allí puesto en el asiento del acompañante mientras conduces y aprovechas las luces rojas para mirarlo con mayor detención, el tipo de atrás te bocinea porque ya han dado el “Siga” en el semáforo. Luego sobre la marcha y en los altos comienzas a rasgar el plástico protector y abres la dichosa caja (con un ojo puesto en el tránsito y el otro…); el olor a imprenta se apodera del interior del auto… el tablero, las reglas (tan poco), las fichas…

Cuando llegas a casa comienza el interrogatorio de tu mujer y tus vanas justificaciones acerca de la compra, que por supuesto se desajusta del presupuesto familiar y bla, bla, bla…  finalmente decides que la mejor salida es decir que estaba más barato de lo que realmente te costó (sin olvidar después volver al auto a buscar la boleta para “desaparecerla”)…

Luego, por fin logras llegar a la mesa del comedor y te dispones a revisar el conjunto con detención, mientras tu hija se cuelga de una pierna e intenta escalarte para poder ver de qué se trata aquello que llevas en las manos (que Dios la bendiga), la apartas delicadamente con palabras amorosas; y justo allí comienzan las decepciones.

Lo que parecía un diseño sobrio y elegante te termina pareciendo soso e incluso “poco esmerado”, por no decir de circunstancias, vacío y frío, sobre todo el tablero y las tarjetas de puntuación de los jugadores. Además el contenido en general es pobre en comparación a las dimensiones de la caja, las fichas están bien, pero el color de los íconos es demasiado deslucido y no logra contrastar con el plástico negro y en definitiva se pierde ese efecto “elegante” que sí muestra muy bien la fotografía de la caja y sus brillantes colores.

Unos cubitos de madera pintados de colores (que actualmente los uso para mi “Arkham Express: Terror Ancestral”) y unos atriles al estilo Rummykub acaban el conjunto… ¡ah!, lo olvidaba, y una bolsa de género para guardar las fichas.

Acerca del juego

A grandes rasgos, el juego podría definirse como un dominó más producido, aunque dicho concepto no hace justicia a lo que realmente es, sí a lo que propone. El tablero es una parrilla (o panal) de hexes con límites definidos, uno pequeño y dos ampliaciones (más hexes), para partidas con más o menos cantidad de jugadores. Cada jugador dispone de un atril con una cantidad inicial de 6 fichas robadas al azar desde la bolsa que las contiene. En cada turno el jugador coloca una nueva ficha en el tablero, seleccionada desde su atril y roba una nueva (para disponer constantemente de una baraja de 6 opciones); las fichas son una especie de ficha de dominó, en el sentido de que son alargadas y divididas en dos partes, cada una de ellas con valores (colores en este caso) distintos o iguales, formando combinaciones entre los colores que definen el juego (verde, celeste, rojo, morado, naranjo y amarillo). A diferencia del dominó, las fichas no son rectangulares sino que “decagonales”, formadas por dos hexes (hexágonos) pegados por un lado los cuales obviamente calzan con los trazados en el tablero; el asunto es colocarlas (las fichas) de manera estratégica para ir agrupando los colores, ya que se obtiene puntaje al alinear secciones de ficha de un mismo color, en todas las direcciones que posibilita el hex salvo la que corre en sentido de la otra sección de la ficha.

Además de eso, cada jugador lleva una tarjeta de puntuación, con carriles de puntos para cada uno de los colores disponibles, ya que el puntaje que se obtiene alineando secciones del mismo color se contabiliza sólo para ese color específico, debiendo cada jugador ir proporcionando sus logros, ya que al final del juego el puntaje que otorgará la victoria o la derrota será el de aquel color del cual menor puntaje el jugador haya acumulado: es decir, si por ejemplo obtengo finalmente 18 ptos. Celestes, 14 Rojos, 16 Verdes, sólo 6 Morados,  12 Amarillos y 18 Naranjos, mi puntaje válido para la victoria, frente a los menores puntajes de los demás jugadores, será de 6 (los Morados).

Impresiones finales (y personales)

No se trata de un mal juego, debo decirlo, aunque la sensación de felicidad que proporciona al jugarlo dependerá mucho de las inclinaciones propias sobre los boardgames que cada jugador tenga. Para mi, que soy más aficionado a los ameritrash y eurogames, no me emocionó mucho que digamos y en realidad me pareció hasta aburrido. El asunto puede radicar en que el autor propone un juego de sesos, desafiante entre los jugadores, los cuales deberían dedicar tiempo al estudio de estadísticas y estrategias para conseguir la victoria; algo así como: - ¿Qué fichas ya se han jugado?, ¿Cuáles quedan en la bolsa?, ¿Cuáles tendrá mi adversario?, ¿Qué probabilidades existen que me salga la combinación que necesito?, ¿Quedará espacio suficiente en el tablero como para acomodar las jugadas que componen mi estrategia?; todo lo anterior suena muy bonito, pero en realidad, según mi experiencia, sucede en casos muy aislados y que no alcanzan a ser representativos, por lo menos para la escala que persigue un juego Knizia.
Además, el sistema de conteo de puntos obtenidos en una jugada es bastante engorroso y si no se tiene el suficiente cuidado puede suscitar errores, malos entendidos, trampeos y etcéteras…
La manera de llevar los puntos y obtener la victoria me parece, si no ingeniosa, por lo menos interesante (punto a favor).
Otro punto a favor es que el setup es rápido.
Jugar la variante en solitario, propuesta en las reglas, resulta algo muy triste. Al respecto, existe una aplicación para el iPod Touch/iPhone que resulta un poco más animada (no se si estará disponible también para Android). Así mismo, en la BSK pillé por ahí una ficha de puntuación en solitario que, sin ánimos de ofender a nadie, me parece algo estéril, pero de igual modo les cuelgo el link por si les interesa:


Ficha técnica

Tipo: tablero.
Género: estrategia abstracta.
Diseñador: Reiner Knizia.
Edición: Devir España (para el público hispano-parlante por lo menos, me parece que el original es FFG, pero no estoy seguro).
Jugadores: 1-4 (recomiendo 2 ó 2-3).
Edad: 10+
Tiempo de Juego: 30 a 60 minutos.
Setup: 3 minutos.
Mi calificación: discreto (con tendencia a mediocre).

viernes, 17 de junio de 2011

#005 The American (El Americano)

El otro día arrendé y vi esta película, que llegó al mercado latinoamericano con el nombre de “El Ocaso de un Asesino”; que basura de nombre, sobre todo cuando la traducción literal era mucho más sencilla y fiel al espíritu del nombre original. Entiendo que muchas veces resulta necesaria la interpretación y hasta la creación de un nuevo nombre, para la satisfacción de un mercado con otro idioma y otra cultura, pero aquí me parece que no era necesario.

Bueno, tema aparte.

La película pertenece a Focus Features y es del director Anton Corbjn. El protagonista está interpretado por George Cluney y es, hasta donde llegan mis conocimientos cinéfilos, el único autor conocido del filme. Jack (Cluney) es un asesino en las postrimerías de vida como tal.

Aunque como ya he dicho en entradas anteriores el tema de los asesinos, ladrones, policías, agentes y demás me gusta mucho, la verdad es que comencé a ver la película no con mucha esperanza… no sé por qué, seguramente por la poca publicidad, pero a poco andar la trama me atrapó. Comienza en Suecia, en el campo, todo con mucha nieve, allí se establece que se trata de un tipo frío. Luego la trama se transporta a Italia, y aunque las tomas de los paisajes rurales dejan mucho que desear (más parecen de la Patagonia Argentina que de Italia), las locaciones urbanas son soberbias. De Roma el protagonista se retira a un pueblo, Monte del Castelo, para desaparecer de escena por un tiempo mientras trabaja en un “encargo”, un arma para cometer cierto atentado. Allí conoce, o se relaciona, con muy poca gente, los cuales serán personajes secundarios; un cura, una puta y un mecánico. También conoce a una mujer la cual es la que le solicita el arma para el asesinato. Mientras trabaja en el arma, Jack intenta pasar inadvertido simulando ser fotógrafo por encargo; aquí tiene bastante participación el cura del pueblo, hombre suspicaz que en ocasiones pareciera tener el poder suficiente sobre el protagonista como para volverlo al recto camino, o por lo menos lo suficiente como para que éste cuestione sus malas prácticas.

La puta, Clara, a quien conoce por servicios prestados, inicia su papel muy tímidamente, pero comienza a ganar importancia a medida que avanza el filme, finalmente se hace un personaje totalmente querible, que logra capturar la atención de Jack, más allá de lo del simple cliente, a tal punto que también logra que éste cuestione el propósito de su vida y desee alcanzar el amor.

Hasta ahí todo bien, pero durante el filme no se abandona la condición de Jack y existe la omnipresente sugerencia de que es observado, y de cerca.

La música es discreta, pero presente y los diálogos son casi inexistentes, lo cual, derivado de la naturaleza de la película, se agradece y deja de manifiesto la gran capacidad del director, que logra atrapar con silencios y recursos únicamente cinematográficos.

El personaje del cura, del cual se esperaba más, al final pierde fuerza y hasta se torna un detalle incómodo.

Lamentablemente el final es decepcionante, o tal vez soy demasiado romántico, tanto así que esperé hasta el final de los créditos para ver si había algún epílogo, pero nada más que la cruda realidad e impotencia del final abrupto, abierto, pero sin mucha esperanza.

Mi calificación: discreta con tendencia a buena.

viernes, 3 de junio de 2011

#004 Orcslayer (Mataorcos) por Nathan Long

"[...] Nadie podrá regatearle a Tolkien el oficio de buen narrador [...]"
Es ésta la primera novela de Long dentro de la saga de Gotrek y Félix, en el maravilloso Viejo Mundo, sitio para el desarrollo del universo de Warhammer, franquicia épico-fantástica perteneciente a Games Workshop. (Es también la primera novela completa que leo a través de un dispositivo eReader, en este caso un iPod touch a través de la aplicación Stanza).

Siendo este un gusto muy específico de ocio, tal vez sea prudente una breve reseña:

Warhammer es un universo de fantástico creado como background o plataforma para sostener un wargame de figuras de miniatura con el mismo nombre. El Viejo Mundo corresponde en dicho universo a lo que para nosotros podría ser Europa, eso sí, habitada por gran cantidad de razas fantásticas junto a los hombres. Una de las razas importantes es la de los enanos, una etnia principalmente minera y artesana, en la cual el honor como virtud principal y el materialismo como vicio más representativo, cobran ribetes álgidos.
Gotrek es un Enano, y además matador, es decir una especie de caballero andante renegado para su pueblo que busca afanosamente la muerte más espectacular y gloriosa posible, a manos de la peor bestia que pueda hallar. Félix es un humano que lo acompaña por doquier con la misión, ganada tras un juramento producto de una borrachera, de componer el más brillante poema épico sobre la muerte de Gotrek... sin embargo han pasado años de años y aún no logran encontrar bestia que sea rival para el hacha y el coraje del Enano.

Mataorcos es la octava entrega de esta saga, pero la primera escrita por Nathan Long, su antecesor era William King.

Como suele suceder, con mayor o menor acierto, con los "escritores por encargo", sus obras resultan satisfactorias para el público cuyos mecenas buscan. Obviamente no se encuentra ninguna idea siquiera medio profunda ni conceptos que lo obliguen a uno a replantear su vida, pero cumple con creces su objetivo de entretener al público objetivo, y debo admitirlo, adoro a los Enanos.

No he leído los otros títulos de la saga y por lo tanto no puedo hacer comparaciones, pero encuentro en la narrativa de Long mérito suficiente para haber encabezado esta entrada con un extracto de la nota que dedicó Francesc Parcerisas a la trilogía de Tolkien (la madre de todas estas cosas). Long resulta liviano de leer, aunque sumamente descriptivo y además interpreta muy bien el carácter del pueblo Enano... sorprende incluso con muertes prematuras de personajes que uno piensa como más perdurables y elaborados, con lo que logra conseguir ser inesperado. Me parece que su único pecado es hacer, en ocasiones, los combates muy apegados a la mecánica lúdica del juego; se agradece por su compromiso con el tema, ya que se revela su identidad jugona, pero en ocasiones hasta casi se logran visualizar los dados rodando por sobre las cabezas de los personajes.

También me parece que la narración podría profundizar más en antecedentes sobre el Viejo Mundo, su geografía, su historia y su gente, el relato se centra mucho en el status quo y divaga poco en esos antecedentes estériles en la práctica, pero tan valiosos para los fans, ya que enriquecen y profundizan las raíces de las aficiones.

Mi calificación: bueno (salvo que no seas afín a estos temas).